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Sunday, January 17, 2010

La caida de las murallas, transculturacion.

Un fenómeno de vital importancia para entender el progreso de la transculturación y la mezcla culturas que ha acaecido en los últimos siglos es la caída de las murallas. A través de la historia no han sido dos o tres las veces que la sociedad, o una parte de esta, han elevado murallas físicas para dividir a las personas, ya sea una clase social de otra, o una civilización para proteger su cultura del contacto con otras.
En épocas antiguas, la costumbre era amurallas las ciudades, el templo, los castillos y fortalezas, con tal de asegurar lo que estos contenían, tanto lo físico como todo lo demás. Es precisamente esta naturaleza hermética lo que caracteriza a las civilizaciones pasadas. Estas se veían obligadas a proteger sus bienes de saqueadores e imperios, al mismo tiempo sentando fronteras entre su espacio y el de los demás.
Poco a poco, aun en el mundo actual, se construyen y derrumban barreras físicas y no físicas que buscan separar a la gente, salvaguardando aspectos selectos de una cultura o clase social, y subestimando la importancia de otros.
Para ilustrar un poco esta situación, podemos referirnos al texto de César González-Calero publicado en el diario digital argentino La nación (1):
"El muro que se alza en parte de la frontera entre México y Estados Unidos está plagado de cruces. Una por cada inmigrante que se quedó en el camino. En el desierto del Sahara, una interminable franja de arena y piedra separa el odio entre marroquíes y saharauis. En Cisjordania avanza contra viento y marea una muralla de hormigón para asfixiar un conflicto eterno. España se blinda ante la inmigración con alambre de púa en sus enclaves africanos de Ceuta y Melilla.
De Belfast a Cachemira, de Corea a Chipre, de Río de Janeiro a Kuwait, el hormigón, el acero y el alambre son los símbolos modernos de la intransigencia política, social y religiosa en pleno siglo XXI. El muro de Berlín cayó hace 20 años, pero otros muchos quedan todavía en pie.
En las calles de Tijuana nunca sonó la Tercera sinfonía de Beethoven, emblema musical de la caída del Muro de Berlín. Narcocorridos y canciones tex-mex conforman la banda sonora de esta tierra fronteriza, pero sus melodías no han logrado todavía echar abajo el llamado Muro de las Cruces, levantado en 1994 con planchas de hierro del ejército estadounidense utilizadas en la primera guerra del Golfo. A pesar de las protestas de los activistas de derechos humanos, Washington amplió el muro a partir de 2006 y comenzó a tapiar una tercera parte de los 3000 kilómetros de frontera que comparte con México. El objetivo era frenar la inmigración ilegal, pero más de 300.000 "espaldas mojadas" siguen cruzando a Estados Unidos cada año.
El estrecho de Gibraltar, cementerio marino desde hace años, no logró frenar el ímpetu migratorio de magrebíes y subsaharianos hacia Europa. Para mitigar el éxodo, el gobierno español comenzó a levantar a fines del siglo pasado en Ceuta y Melilla murallas de alambre de hasta 12 kilómetros de extensión, reforzadas con vallas tras las avalanchas humanas registradas en 2005. El "muro" español indigna a Mohamed VI. Al monarca alauí no le gusta que le sellen los pasos fronterizos con alambre de púa. Prefiere la arena, la piedra y las minas. Con esos materiales construyó su padre, Hassan II, el cinturón de más de 2700 kilómetros que puso coto a las demandas independentistas del Frente Polisario en el Sahara Occidental tras la espantada de España de la zona en 1975. Más de 120.000 soldados protegen esa interminable trinchera mientras 50.000 saharauis se agolpan en los campos de refugiados de Argelia."
Las descripciones de estos y otros eventos que realiza González-Calero nos hacen pensar, realmente estamos en un mundo globalizado y cada vez con menos barreras?
Lo cierto es que aun hoy estas perduran, a pesar de toda la globalización de la que tanto se habla en los medios, aun compartimos algunos rasgos característicos con los que poco a poco se van convirtiendo cada vez más en nuestros antepasados.
La modernidad puede resultar engañosa para algunos, no estamos liberando esclavos, sino buscando nuevas formas de esclavizar y quedar impunes ante las exigencias idealistas de los pensadores contemporáneos.
(1) César González-Calero, "Los otros muros de la discordia que aun no han caído", publicado digitalmente en el diario La nación, Argentina, 2010.

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